LAS ANCLAS DEL SECTOR AGROPECUARIO COLOMBIANO
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LAS ANCLAS DEL SECTOR AGROPECUARIO COLOMBIANO

Luego de muchos años sin información actual sobre el sector agropecuario, el gobierno decidió realizar el Censo Nacional Agropecuario. Aunque mucho se ha dicho al respecto, poco se ve hacer en el campo. Los planes del gobierno con el Colombia siembra son maravillosos en el papel, pero en diario acontecer del campo, lo que observamos los consultores que visitamos las empresas agropecuarias es otra realidad.

Hacer el censo agropecuario conlleva por supuesto, entre otros muchos beneficios, el poder hacer una caracterización del campo colombiano y emitir un diagnóstico con base en la evidencia que le permitiera a tanto al gobierno central y como a los regionales formular políticas que generaran impactos positivos sobre el agro colombiano. Impactos sobre la productividad, sobre la asistencia profesional, acceso a productos financieros y cuidado medio ambiental. Impactos, que al fin y al cabo nos deben permitir llegar al 2050, con la capacidad de afrontar el reto que supone alimentar una población de 9 billones de personas, que se proyecta, habitarán el planeta tierra para entonces.

Afrontar otros retos que el mundo pone hoy sobre el sector; la creciente edad media en el campo asociada a la migración de los jóvenes hacia las ciudades. La fuga de esos jóvenes talentos capacitados del campo a la ciudad. Los retos medio ambientales que el cambio climático genera, sobre países tropicales como Colombia, uno de los diez países más vulnerables a dicho fenómeno. La falta de capacitación de los productores agropecuarios. El escaso encadenamiento productivo, el distanciamiento entre productor y consumidor final y la alta intermediación que genera distorsiones en la transparencia para descubrir el precio de los productos agropecuarios.

Aunque es sabido que el campo colombiano ha sido uno de los sectores que año tras año, desde épocas de la bonanza cafetera dejó de ser determinante para la economía del país, el censo nacional agropecuario muestra unos resultados que suponen retos de talla mayor y que deben ser asumidos no solo por el gobierno nacional, sino por los productores agropecuarios, las asociaciones productivas, las cooperativas y las entidades de extensión rural. Retos que deben ser afrontados desde diversos frentes de manera simultánea.

Fuente: adaptado del CNA, Dane, 2016

Dentro de todas las cifras que arroja el censo nacional agropecuario, hay tres en particular que atentan contra la productividad del sector agropecuario. Tan solo 16.7% de los productores agropecuarios cuentan con maquinaria agrícola, 9.6% reciben asistencia profesional y 16,9% solicitan créditos.

La primera, escaso acceso a maquinaria agrícola, condena a los productores a una alta intensidad en el uso de la mano de obra humana, con unos muy bajos rendimientos en las labores desempeñadas. Mientras que un productor lechero en Australia maneja un hato de 250 vacas entre dos personas y un ordeñador de fin de semana, un hato lechero del mismo tamaño en la Sabana de Bogotá emplea un promedio de 10-12 personas.

La tercera, la poca solicitud de créditos, conlleva a que el crecimiento de un productor exitoso, se de en ritmos paquidérmicos que no favorecen a la economía nacional. Muchos de los productores no acceden a tales herramientas pues carecen de títulos sobre sus propiedades para soportar los montos de dineros a los que quieren acceder. Otros tantos, no los solicitan porque carecen de conocimientos o son analfabetas. Algunos otros, simplemente porque quieren mantenerse fuera del sistema financiero.

La segunda, la casi nula asistencia profesional, es el factor que conlleva a que los productores de tradición no evolucionen con la rapidez que podrían hacerlo. Existen productores de cacao en San Vicente de Chucurí, con promedios de producción que oscilan entre los 400 y 600 Kg por hectárea al año, cuando los promedios con cultivos tecnificados triplican o duplican dichos valores. Los cultivos tecnificados en países como Ecuador, llegan a producciones de hasta 1.400 Kg por hectárea al año.

Es hora ya de hacer el cambio en el agro colombiano. Es hora de traer profesionales que ayuden a dar el cambio de finca a empresa. A pasar de productividades anuales de cacao insipientes a generar negocios con rentabilidades que le permitan al productor agropecuario tener un modo de vida digno. Es hora de utilizar los avances en materia tecnológica, para que la eficiencia laboral sea óptima.

Atrás debe quedar el arado de bueyes y debe entrar la maquinaria de precisión. Atrás debe quedar el mal uso del agua, y debe entrar el riego por goteo programado de acuerdo a la respuesta de sensores de humedad en el suelo en tiempo real. En el pasado deben estar las aplicaciones de fórmulas magistrales de fertilización, para pasar a la generación de un plan de fertilización de 5 a 10 años con base en los resultados de un análisis de suelo.

Debe ser cosa de tiempos de antaño aquellos apostadores que siembran sin tener garantizada la comercialización de su producto. El agricultor de hoy tiene al menos cuatro o cinco posibles compradores antes de empezar a sembrar, o al menos un contrato futuro, que le garantiza una rentabilidad mínima esperada en el peor de los casos. Atrás deben quedar esos apostadores, que sin tener posibilidades de riego, siembran grandes extensiones sin un seguro que los proteja de los extremos y cada vez más frecuentes eventos agroclimáticos de hoy.

El campo colombiano necesita dar saltos y avanzar a pasos agigantados para estar al día con las nuevas tecnologías de producción agropecuaria. Las empresas agropecuarias de otros países se apoyan en tecnologías de punta, apropian y adaptan las investigaciones más recientes en sus cultivos o producciones pecuarias. Los desarrollos de entidades como CorpoIca en materia de creación de clones de cacao son asombrosos. Lo mismo sucede con Cenicafé, que ha generado variedades más precoces y resistentes a diferentes plagas. La adopción de estas nuevas tecnologías debe ser aún mayor.

Productores de países que lideran en exportaciones de productos agropecuarios como Brasil, Australia o Argentina, utilizan drones para realizar evaluaciones periódicas del índice de vegetación de diferencias normalizadas (por sus siglas en inglés) de sus cultivos de soya, e intervienen las zonas afectas de manera oportuna y con bajos costos. Se apoyan en la agricultura de precisión para reducir el costo por compra de agroinsumos, aumentar la productividad por unidad de área e incrementar la rentabilidad de su negocio.

Tenemos unas condiciones geográficas y agroclimáticas ideales para la producción agropecuaria. Las anclas del agro en Colombia están en la mentalidad. Es hora aprovecharlas, de dar el salto en el campo colombiano y evolucionar de finca a empresa.

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